Tengo un muñeco de nieve

O un Olaf deforme

El aprendiz Olaf

Todos conocemos a Olaf.

Ese muñeco de nieve adorable, que canta, ríe…

y sueña con tomar el sol en verano.

Spoiler:

Eso no acaba bien.

Y sin embargo, lo veo cada semana.

Aprendices Olaf.

Recién empiezan a tatuar…

y ya quieren hacer esculturas griegas en la piel.

Sombras complejas, anatomías imposibles, composiciones que ni Miguel Ángel.

Pero sin técnica.

Sin estructura.

Sin haber hecho antes una línea decente.

Y claro… el resultado no es el David de Miguel Ángel.

Es Olaf derretido.

Con ojitos en distinta dirección, nariz torcida y un aire… inquietante.

Y no solo eso.

Quieren empezar tatuando solo lo que a ellos les gusta.

Sin fijarse en el tipo de cliente que tienen al lado.

Sin escuchar. Sin observar.

Viven rodeados de gente que pide mini tattoos, letras finas, corazoncitos…

y ellos insisten en que no, que solo harán “obras de arte”.

Spoiler 2:

También se derriten.

¿Y sabes qué? No está mal soñar.

Olaf también soñaba.

Pero si vas a soñar en grande… prepárate bien.

Aprende la técnica.

Construye tu estilo.

Conoce a tu cliente.

Y sobre todo: sé paciente.

Porque tatuar es como el verano para Olaf.

Si llegas antes de tiempo…

te deshaces.

¿Quieres evitar convertir tu sueño en un charco con zanahoria?

Formación.

Mentoría.

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