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El perro
Pero no del hortelano
¿Cómo convertir una foto en un tatuaje (sin morir en el intento)?

A veces, un tatuaje es mucho más que tinta y piel. Es contar una historia, capturar una esencia y, en este caso, dar vida a un fiel compañero en la piel de su dueña. Hoy te traigo un tatuaje en proceso, con todo lo que implica hacerlo bien, y un par de lecciones por el camino.
Pero antes de nada, veamos el contexto:
A la derecha tienes la foto original de este precioso perro, con su mirada tierna y esa energía que te dice: “Sí, lo soy todo”. Y a la izquierda, el tatuaje en proceso.
¿Por qué “en proceso”?
Porque, amigo, no todo se termina en una sesión. Esto no es magia, es trabajo duro.
Tras 4 horas de trabajo (con pausas incluidas, porque somos humanos), la piel de la clienta empezó a saturarse un poco. Pequeñas gotas de sangre, irritación… señales de que la piel había tenido suficiente. Así que, en lugar de forzar, decidimos parar. La prioridad siempre es cuidar el lienzo, que en este caso está vivo.
¿La parte buena? En un mes volvemos, descansamos la piel, y terminamos el trabajo con la misma precisión y detalle. Porque si algo tengo claro, es que la prisa nunca es buena compañera en este oficio.
Metodología de trabajo (o cómo dar forma a esta obra de arte):
1. Preparación del diseño y el stencil:
- Creamos el diseño basándonos en la foto original, ajustando proporciones y detalles para que se adapte al muslo de la clienta.
- Las flores ornamentales son un añadido para realzar el diseño, pero solo se marcaron suavemente en esta sesión.
2. Paleta de colores:
- Marrones claros y oscuros para el pelaje.
- Toques de beige para resaltar áreas iluminadas.
- Negros suaves y grises para sombras y profundidad.
- Un poco de blanco para esos detalles finales que harán al perro “mirarte” desde la piel (esto se hará en la próxima sesión).
3. Materiales utilizados:
- Agujas:
- 3RL (0,25 mm) para detalles finos como ojos y contornos.
- 7RS para líneas suaves en las flores.
- 9MG para sombreado direccional en el pelaje.
- Tintas:
- Sly Gray para sombras.
- Paleta específica para tonos marrones del pelaje.
- Blanco para los brillos finales.
- Otros: Transfer para el stencil, productos para hidratar la piel durante la sesión y crema cicatrizante al finalizar.
4. Proceso:
- Líneas: Primero se trazaron las líneas principales del perro, asegurando precisión en los contornos.
- Sombras: Se aplicaron en capas, respetando la dirección del pelaje para un efecto más realista.
- Flores: Solo marcadas en esta sesión para evitar sobrecargar la piel.
¿Qué aprendemos de esto?
1. La piel manda: Si empieza a saturarse, paras. No importa cuánto quieras avanzar; forzar la piel puede arruinar el trabajo y alargar la recuperación del cliente.
2. Los tatuajes realistas son como una maratón, no un sprint. Necesitan tiempo, paciencia y atención al detalle.
3. La prisa mata el arte. Es mejor hacer dos sesiones bien que intentar forzar todo en una y comprometer la calidad.
¿Por qué deberías preocuparte por este nivel de detalle?
Porque en este oficio, los detalles son los que diferencian a los buenos tatuadores de los mediocres. Esos ojos que parecen vivos, ese pelaje que casi puedes acariciar… eso no se logra improvisando. Se logra entendiendo el diseño, la técnica y, sobre todo, respetando a la persona que confía en ti.
Una pequeña reflexión (y un toque de presión):
Si quieres aprender a trabajar así, no esperes a que las cosas “se den solas”. En febrero abriremos las inscripciones para mi formación online, con plazas limitadas.
Y, además, la próxima semana arranca conmigo un nuevo alumno presencial en la formación intermedia, orientada al estilo anime. Te prometo que lo haré volar como Son Goku sobre su nube mágica.
Porque aquí no solo te enseño a tatuar, te enseño a convertir el arte en tu carrera.
Nos leemos en el próximo post. Mientras tanto, practica como si este perro te estuviera observando con esos ojos llenos de vida.
Info en [email protected] con la palabra aguacate