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Cómo ser tatuador
Para sobrevivir y no morir en el intento
Lo que me ha enseñado la DANA (y el mundo del tattoo) sobre la vida
¿Sabes qué es lo bueno de una catástrofe como la DANA? Bueno… bueno no tiene nada, pero si me obligas a buscar algo positivo, diría que te abre los ojos. Ves lo mejor y lo peor de la gente. Y, en mi caso, también he aprendido un par de cosas interesantes al estar codo con codo con otros artistas del tattoo (y algún que otro “empresario improvisado”).
Voy a contarte 5 lecciones importantes que te servirán si estás pensando en dedicarte al tatuaje. O si simplemente te gusta cotillear sobre la vida de los demás, que también es válido.
1. Ser tatuador es como estar de vacaciones… pero trabajando
Mucha gente pasa 8 horas al día en oficinas, fábricas o haciendo cosas que probablemente no les apasionan. Y lo respeto, de verdad, porque no todos tienen la suerte de elegir. Pero yo, sinceramente, si tuviera que volver a ese ritmo, me dolerían hasta las pestañas.
Tatuar, por muy duro que sea a veces, es como vivir en unas vacaciones constantes. Hay días que son largos, clientes que quieren un diseño “original” (y resulta que es el infinito con plumas otra vez), pero aun así, estás haciendo algo que amas. Y eso, colega, no lo tiene todo el mundo.
2. Sin experiencia, estás jodido (con cariño)
La DANA nos ha dejado lecciones durísimas. Compañeros que lo han perdido TODO. Gente que montó su estudio con ilusión y ahorros, pero sin experiencia ni formación. Ahora están arruinados. Literalmente. Y sí, como tú, dijeron aquello de: "Bueno, yo me apaño, esto no puede ser tan complicado, ¿no?" Spoiler: sí que lo es.
En cambio, otros, como Andrés (nuestro nuevo piercer), perdieron mucho, pero están remontando como campeones. ¿La diferencia? Años de experiencia, una buena base, y sobre todo, no lanzarse al vacío con los ojos cerrados. Porque, amigo, el tatuaje no es “solo dibujar”. Es un negocio, y si no lo tratas como tal, el golpe puede ser épico.
3. Viajar mola, pero solo si tienes un nombre
Ahora que la cosa empieza a recuperarse, muchos volvemos a viajar: colaboraciones, convenciones… ¡una gozada! Pero esto no pasa porque sí. Esto pasa porque llevas años currándotelo, porque tienes clientes que confían en ti y porque no has estado haciendo tatuajes que parecen calcados de un libro de colorear.
Eso sí, este mes ha sido muy flojo. ¿Por qué? Porque cuando el dinero aprieta, la gente prioriza pagar la luz antes que tatuarse un dragón en el brazo. Y lo entiendo. Pero aquí seguimos, aguantando, porque hay algo que el tiempo y las crisis no te quitan: tu reputación.
4. Fórmate… o prepárate para el golpe
Escucha, te lo digo de corazón: si quieres dedicarte a esto, fórmate. Con quien quieras, pero fórmate BIEN. Porque, si no lo haces, las estadísticas son claras: más del 70% de los estudios cierran en los primeros 3 años.
Y no me vengas con el cuento de “yo aprenderé sobre la marcha”. Mira, si tu estudio cierra, y no tienes experiencia ni una buena base, vas a estar más perdido que un tatuador en una convención de pintura rupestre. En cambio, si tienes una formación sólida, siempre habrá un sitio para ti, ya sea en otro estudio, en convenciones o incluso montando de nuevo tu propio negocio.
5. Formación online GRATIS (y algo más)
Este año voy a estar viajando mucho, así que no haré muchas formaciones presenciales. Pero no te preocupes, porque en febrero lanzaremos una formación online. ¿Lo mejor? Empezaremos con un desafío GRATIS de 3 días, para que veas si esto es para ti o si prefieres dedicarte a coleccionar sellos.
Ah, y para los que quieran algo más relajado, también sacaremos un libro: El manual del tatuador. Sí, un libro. Con historias, consejos y un poco de todo. Si quieres echarle un vistazo al temario o enterarte de algunas anécdotas divertidas (gratis, por supuesto), solo tienes que dejarme tu correo.
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Así que ya sabes: tienes dos opciones.
1. Ir a lo loco, abrir tu estudio y cruzar los dedos para que no acabe como el Titanic.
2. Prepararte bien y tener siempre un plan B (o C).
Yo que tú elegiría la segunda. Pero bueno, tú decides.